01 abril 2010

Iberoamericano: México 7 Argentina 6. Duelen los huesos.

Escribo esto recostado en la habitación del hotel, terminada función y "fiesta", un buen Match de Impro. Tranquilo y contento de toda esta experiencia. Cansado también. Años sin jugar para argentina, me subí a la cancha con los Improcrash con la celeste y blanca. Tal vez mi pasión por el fútbol es mucha, quizá la honestidad inoportuna: fue incómodo salir de una función con la sensación de "perdimos". Sin embargo el espectáculo, el montaje, el formato, implica eso: un ganador y un perdedor por función. Nos tocó ese último rol, que hay que saber llevar.
México se llevó la última impro y el final con 7 a 6.
Las improvisaciones fueron buenas, el clima dentro de "la pista", de sana competencia, pero competencia al fin. Quien más, quién menos perdido el "jugar por jugar" que promovemos en nuestros talleres. Es un toque de atención, o quizá sea algo más.
En mi caso, el sabor agridulce duró un rato nomás; es parte de este fascinante juego.
Lo disfruto y hay más.
Anoche recordamos cuán determinante es el cuerpo arbitral para el desarrollo del show.
Mas allá de eso, en el partido, hemos tratado con los amigos mexicanos de no caer en los grandes éxitos del Match. En no repetirnos, al menos tanto. Se logró. Al menos puedo mencionar las cosas que no hubo, en las que no "hemos caído" durante el partido, y a estas alturas, es casi una virtud.
Sin embargo, el espectáculo exige una relectura, y nosotros -los improvisadores- debemos dársela. Se puede hacer otro match, el latinoamericano ha envejecido.
Lo vemos de dentro, no se advierte desde afuera: espectadores nóveles sobran para admirarse de las desplumadas palomas que sacamos de la chistera.
De a momentos dejamos de ser creadores y nos acercamos a ser imitadores de nosotros mismos. Un karaoke de nuestras propias canciones.
Si termina el festival y los protagonistas no encontramos un espacio para reflexionar del tema; pues nos habremos perdido la posibilidad de avanzar o -lo que es lo mismo- retrocederemos.
No soy tremendista. Hoy hemos jugado un buen match y quizá el nivel mejore aún, pero es necesaria la reflexión. Lo creo porque soy profesional de esto, y así me lo tomo.

Antes hubo Botones, el espectáculo no deportivo que cada día precede al Match.
Estreno absoluto de Acción Impro de Medellín. Un cuarto de buen hotel es la escenografía, por la que espiamos por la pared faltante. Lenguaje cinematográfico, pantalla y créditos.
Lo que es, para este género tan despojado, una superproducción. Cuidada y en casi todo momento pulcra.
El espectáculo propone tres historias diversas que ocurren en esta habitación. Una escena unipersonal, un trío y un dúo de actores. El ambiente es algo sórdido, las relaciones en momentos límites, los conflictos intensos.
Para el panorama actual continental de la impro, una apuesta arriesgada, y, a la vez, una señal de buena salud de este género teatral.

Brindo y celebro esa valentía, que tendrá seguramente final feliz.
El inicio, desde mis ojos, o poniéndome en ojos de espectador neutro, no lo fue.
Faltaron ritmo y claridad de propuesta. Ritmo en la dirección y dramaturgia; claridad, en el formato, en lo que Acción nos invita a ver y en cómo entra la improvisación en este hotel.
Un primer paso, tedioso de a ratos, interesante siempre.
El primer paso de un camino que por difícil exige valentía, y los generosos anfitriones de Acción I. se mostraron valientes.

Es tarde y en ambos espectáculos me dolieron los huesos.
En Botones, por la hora y veinte sentado de mil maneras en una cancha (de basquet) adapatada como espacio teatral.
En el Match, los huesos dolieron al sentir que en este continente, el sólo presentarse con la camiseta argentina, es garantía inmediata de no pocos silbidos y de antipatía popular inmediata. Vivo renegando de la actitud prepotente y vanidosa de tanto compatriota, acepto y creo merecidos ciertos lugares comunes en los que nos ubican (y ubicamos). Pero a la vez, este prejuicio instantáneo, sobre todo en un evento cultural tan trascendente como el Iberoameriano de Bogotá, me genera distancia de la latinoamericanidad, y aunque no lo quiera, me argentiniza más, aún.

Si he escrito demás, lo siento: me duelen los huesos.

PD: Marcio Ballas, Rhena, Beto, Pipe, Improcrash, Marco, David... algunos de los improvisadores con los que hoy conversé durante el día y que ayudaron, sin querer, en esta tormenta de ideas nocturna.

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